El Jelqing: Nueva Tendencia en la Historia del Agrandamiento del Pene Masculino
En un mundo donde la apariencia física cobra cada vez más importancia, el tamaño del miembro masculino sigue siendo motivo de preocupación para muchos, lo que desemboca en el surgimiento de técnicas como el jelqing. Este método sugiere que la manipulación del pene en estado semi-erecto podría incrementar su tamaño mediante la generación de microdesgarros que el cuerpo repararía, engrosando los tejidos.
Las prácticas para aumentar las dimensiones del miembro datan de milenios atrás, cada una con un nivel de riesgo y efectividad cuestionable. Ejemplos van desde el kynodesme griego, que pretendía alargar el prepucio, hasta tácticas de tribus indígenas que incluían mordeduras de animales venenosos.
En la actualidad, se promocionan pastillas para el agrandamiento del pene. Sin embargo, más allá de un contenido mayormente vitamínico, no hay evidencias firmes de su efectividad. Por otro lado, las bombas de vacío, que son efectivas en el tratamiento de la disfunción eréctil, no proporcionan un aumento de longitud permanente y su mal uso puede acarrear consecuencias negativas.
Existen dispositivos de estiramiento que requieren un uso diario prolongado y aunque hay estudios que muestran mejoras, éstos son antiguos y no han motivado investigaciones más profundas. La cirugía de penoplastia o faloplastia sí ha demostrado ser efectiva para alargar el pene, particularmente en casos de longitud reducida tras una prostatectomía o debido a factores estructurales.
Las inyecciones de relleno, como el ácido hialurónico, han ganado popularidad por aumentar el volumen del pene y por no generar respuestas inmunitarias adversas. Sin embargo, su efecto es temporal y su administración incorrecta puede llevar a infecciones o incluso a obstrucciones urinarias.
La cirugía para cortar el ligamento suspensorio es otro método conocido de alargamiento que modifica el ángulo del pene, aunque la satisfacción postquirúrgica no es alta. Procedimientos como la liposucción para reducir la grasa púbica pueden complementar la cirugía, pero conllevan sus propios riesgos.
La transferencia de grasa puede mejorar la circunferencia del pene, pero su efectividad es variable y no exenta de complicaciones como la pérdida del tejido graso trasplantado, formación de cicatrices y potenciales infecciones.
Los implantes peneales, a pesar de ser una opción en el tratamiento de la disfunción eréctil, cuando se usan con fines cosméticos no siempre cumplen con las expectativas y pueden desencadenar una serie de complicaciones, incluyendo la decepción del usuario y su pareja, infección y en casos extremos, la muerte.
Recientes revisiones científicas reflejan que la evidencia que respalda los procedimientos quirúrgicos para el alargamiento del pene es insuficiente y que las complicaciones suelen minimizarse o subestimarse.
La cirugía de alargamiento de pene es la segunda intervención cosmética más solicitada por hombres, aunque se recomienda únicamente para casos de micropene, una condición identificable al nacer y que responde bien al tratamiento hormonal durante la infancia.
Aunque la longitud del pene promedio se sitúa entre los 13 y 14 cm, estudios indican que la circunferencia puede ser más relevante para la satisfacción sexual que la longitud. Es más, la anatomía femenina se adapta a tamaños mayores durante la excitación y posee diversas estructuras erógenas para el orgasmo, por lo que la longitud no es un factor crucial.
El jelqing busca teóricamente aprovechar los mecanismos de reparación del cuerpo, pero a diferencia del músculo esquelético, el músculo liso del pene no responde del mismo modo a los microdaños. De hecho, cuando el pene se encuentra erecto, estos músculos están relajados y no propensos a incrementar en tamaño.
Además, esta práctica incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como la enfermedad de Peyronie, caracterizada por erecciones dolorosamente curvadas producto de la formación de tejido cicatricial, lo que puede conllevar reducción en la longitud del pene y problemas de erección.
Si una práctica como el jelqing fuese verdaderamente efectiva, sus resultados ya serían evidentes en publicaciones médicas, pero hasta la fecha no se cuenta con data que respalde sus supuestos beneficios. En términos de salud y satisfacción, parece que los métodos naturales y aceptación propia son preferibles a estas técnicas riesgosas.
Para quienes consideran opciones seguras y aprobadas, pueden explorar alternativas bajo el asesoramiento médico adecuado.
Fuente: theconversation.com
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