La dieta vegetariana flexible
Seguro que alguna vez has escuchado decir a alguien que lleva una dieta flexiteriana y, aunque no te hayas dado cuenta, puede que incluso tú mismo lo seas. Los flexitarianos son aquellas personas que basan la mayor parte de su alimentación en la dieta vegetariana, pero a veces también incluyen productos de origen animal como el pescado, la carne o el marisco a su dieta.
La cuestión es que no es vegetariano ni ningún subtipo dentro de estos, como es el caso de los veganos, pues consume carne y pescado, aunque sea de manera puntual, lo que lo excluye de este grupo. Con lo cual, tampoco podemos decir que son vegetarianos flexibles. Para ellos, consumir carne no supone una transgresión a su modelo de alimentación ni tampoco sienten sensación de culpabilidad por ello.
Esto no quiere decir que no vayan en contra maltrato animal o de la contaminación medioambiental. Siguen consumiendo productos de origen animal, pero de forma ocasional y la mayor parte de las veces se preocupan por la agricultura biológica, el origen de los animales, la ganadería extensiva, la pesca sostenible y las formas de preparación más sanas.
Ventajas de la dieta flexitariana
La dieta flexitariana es un estilo de alimentación saludable, ya que combina todos los beneficios de los productos de origen vegetal con los nutrientes que proporciona un consumo ocasional de los productos de origen animal. De hecho, hace algunas décadas, la escasa disponibilidad de carne y pescado, hacía que la dieta se basara sobre todo en vegetales, por lo que era el modelo de dieta más común en la sociedad.
Por otro lado, debes saber que se trata de una dieta muy equilibrada, baja en colesterol y en grasas saturadas, alta en fibra y nutrientes y cardioprotectora. Beneficiándose de vez en cuando de la vitamina B12 y de las proteínas de la carne y de los ácidos grasos Omega 3 del pescado.
Y, por si esto fuera poco, hay que destacar que, si comparamos la dieta flexitariana con los hábitos alimenticios de la mayor parte de la población, el gasto económico es menor. Al consumir menos carne y pescado, que son productos normalmente caros, el presupuesto que tenemos para comprar verduras y frutas de mayor calidad y de origen biológico es mayor. También es verdad que una dieta con más vegetales obliga a cocinar más y a ser más creativo en la preparación de las comidas, lo que requiere de más tiempo, pero lo cierto es que esto lo hace mucho más sano y divertido.
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