Qué es la piel crepé y por qué se produce
La piel crepé es resultado de la pérdida de elasticidad y colágeno en la dermis. Este tipo de piel característicamente delgada y arrugada puede cubrir extensas áreas del cuerpo, haciendo que la piel se torne más frágil y delgada. El envejecimiento natural lleva a que la piel pierda parte de su vigor y firmeza, sin embargo, hay factores externos, como la radiación ultravioleta (UV), que pueden precipitar y acentuar estos efectos.
La radiación UV del sol o camas de bronceado daña las fibras de elastina, cuya función es permitir que la piel retome su forma luego de ser estirada. Además, con el paso de los años, la piel pierde parte de su capacidad para autorepararse, resultando en una creciente laxitud y menor elasticidad.
Otros factores, como el humo del cigarrillo o ciertas condiciones genéticas, también pueden influir en la aparición de la piel crepé. Parte del impacto es el aumento del riesgo de cáncer de piel y la aceleración del proceso de envejecimiento cutáneo.
Tratamientos disponibles y recomendaciones
Mientras que no siempre es necesario tratar la piel crepé, existen estrategias para minimizar su apariencia. Dentro del arsenal de tratamientos dermatológicos se encuentran los retinoides tópicos, que promueven la producción de colágeno, incrementando la elasticidad de la piel y facilitando su regeneración celular más rápidamente.
Compuestos como alfa hidroxiácidos (AHAs) y péptidos pueden mejorar la textura y firmeza de la piel al estimular la producción de colágeno. Tratamientos inyectables, como los rellenos dérmicos, aportan volumen y suavizan líneas finas visibles en la piel, mientras que técnicas más avanzadas, como la terapia con láser y dispositivos de luz pulsada, revitalizan la piel al promover la reestructuración del colágeno. Para aquellos casos más severos donde hay exceso de piel, procedimientos quirúrgicos podrían ser la solución más adecuada.
Prevención como clave
Las mejores estrategias de prevención incluyen la protección contra la radiación UV, el uso de humectantes para mantener la hidratación de la piel y la adaptación de la rutina de cuidado de la piel conforme avanza la edad.
El uso de protectores solares, especialmente aquellos con filtros minerales como óxido de zinc o dióxido de titanio, es esencial para proteger la piel del daño de la radiación UV. Además, se recomienda llevar una dieta balanceada rica en nutrientes y antioxidantes que contribuyan a la salud de la piel.
En cuanto a los procedimientos estéticos, tratamientos especializados pueden ser consultados para abordar las preocupaciones individuales en relación a la apariencia de la piel.
Fuente: www.medicalnewstoday.com
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